Museo de Geología Historia, Arquitectura y Decoración

El museo

El Museo de Geología de la UNAM, ubicado en el corazón de la colonia Santa María La Ribera, concentra las colecciones geológicas más importantes de México. Es un espacio que, además de resguardar este importante patrimonio, divulga el conocimiento científico de las ciencias de la Tierra.

El majestuoso edificio porfiriano que alberga al Museo de Geología está ubicado en el centro de la colonia Santa María La Ribera. Su escalinata y fachada son una invitación a explorar una institución que también es conocida como el Palacio de las Ciencias de la Tierra.

El edificio está construido de cantera obtenida y traída de Los Remedios, Estado de México y que es la misma con la que se construyó el Palacio de Minería y el Colegio de San Idelfonso. Su fachada de ignimbrita, un tipo de roca volcánica, está decorada con figuras de fósiles de peces, conchas y reptiles en alto y bajorrelieve.

Texto: Clara Rojas A. / Ma. Luisa Santillán

Historia del Museo de Geología

La República Mexicana a lo largo de su historia, ha presentado interesantes épocas de transformaciones, una de ellas fue el periodo de 1885 a 1915, en la cual, el General Porfirio Díaz se mantuvo al frente del Gobierno de México.

Uno de sus principales intereses, fue proponer un cambio urbano en la ciudad de México, en donde las casas que se construyeran fueran de tipo ciudadano, un tanto sobrio, pero que no faltasen los detalles ornamentales. Debido al gran auge presentado, el gobierno creó diversas reglamentaciones que obligaban a las personas interesadas a vender sus terrenos y ceder espacios con fines sociales, Estanislao Flores y su hermano Joaquín, responden a dicha propuesta y en 1856 entregaron sus terrenos para la construcción de calles, plazas, paseos, mercados y parques.

Finalmente como producto de esas donaciones, Santa María La Ribera se fundó en 1859, en los terrenos del rancho del mismo nombre y fue considerada como una zona preferida por la gente de altos recursos. La traza de sus manzanas y calles con su correspondiente nomenclatura aparece dos años después.

A fines del siglo XIX el Gobierno Federal creó una institución dedicada a la investigación científica, difusión y docencia de la Geología para conocer los recursos naturales explotables de nuestro país y, para ello, se estableció, por iniciativa del Ingeniero Geólogo Don Antonio del Castillo, la Comisión Geológica Nacional. El 17 de septiembre de 1888, el Congreso de la Unión decretó la creación del Instituto Geológico Nacional, dependiente de la Secretaría de Fomento, Colonización e Industria.

Las primeras investigaciones realizadas fueron de especulación científica, que obedecía a la labor de preparación que tenía que llevarse a efecto para aplicar poco a poco los conocimientos en el desarrollo de las industrias minera y petrolera, el uso de los minerales no metálicos, además del aprovechamiento de las aguas superficiales y subterráneas utilizadas en las actividades agrícolas. Por ello se explica que las primeras publicaciones se ocuparon del Bosquejo Geológico de México, de un Catálogo Sistemático y Geográfico de las Especies Mineralógicas de la República Mexicana y de la Recopilación Bibliográfica, Geológica y Minera, así como estudios de Vulcanología y paleontología.

Después de creado el instituto se pensó en un edificio que albergara a su personal y fue hasta el 18 de Mayo de 1900 cuando se inició la construcción de este edificio, ubicado en la 5ta calle del Ciprés No. 2728 (actualmente Jaime Torres Bodet No. 176), bajo la dirección del Arq. Carlos Herrera López, en colaboración con el Ing. José Guadalupe Aguilera Serrano, autor de los planos y distribución de las áreas. El 1o de junio de 1904, se inician las labores de investigación con la fundación de la Sociedad Geológica Mexicana y el 6 de septiembre de 1906 se inauguró oficialmente el edificio, con motivo del X Congreso Geológico Internacional; en 1917 el instituto quedó adscrito a la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo junto con el "Departamento de Exploraciones y Estudios Geológicos".

El 16 de noviembre de 1929 la institución pasó a formar parte de la Universidad Nacional Autónoma de México, con el Nombre de Instituto de Geología de la U.N.A.M., mismo que conserva en la actualidad; y en el año de 1956 el personal académico y administrativo fue trasladado a las nuevas instalaciones en Ciudad Universitaria, conservándose desde entonces este edificio exclusivamente como Museo del Instituto de Geología de la U.N.A.M. Designación que prevalece sin modificación alguna hasta el presente.

Arquitectura y decoración

La Época del Porfiriato fue una importante etapa de asimilaciones de todo aquello que representara la modernidad, y este hecho también tuvo efecto en el cambio que se dio en la arquitectura, propiciando una transformación en la imagen de la ciudad, que logra una deliberada ruptura, con la tradición constructiva del virreinato. El diseño, distribución y funcionamiento del edificio fue construido bajo el estilo ecléctico, con detalles franceses propios de la época que se vivía, alternados con motivos prehispánicos entre otros; desde el proyecto inicial fue diseñado para ser utilizado como instituto de investigaciones, con oficinas y laboratorios en el primer piso, así como museo científico, con salas de exhibición permanente en la parte baja. La fachada del edificio está labrada con ignimbrita (roca volcánica), procedente de Los Remedios, Estado de México. Tiene una forma cuadrangular de tres bloques casi iguales; en los frisos luce un hermoso trabajo de cantera, mostrando en alto y bajo relieve fósiles de peces, conchas y reptiles, además se observan las inscripciones de algunas de las Ciencias de la Tierra: Geología, Paleontología, Geotécnica, Química, Química, Litología y Mineralogía. En el cuerpo central destacan tres arcos de medio punto decorados, que dan la entrada al museo, bajo éstos, fueron esculpidos fósiles de amonitas y en el pasillo interior, a ambos lados, se aprecia el escudo nacional de la época, trabajado en hierro con acabado en bronce. En el primer piso que ocupan los arcos, existe una pequeña terraza con ocho columnas de estilo jónico, las cuales se encuentran estriadas a tres cuartos; en los muros, contrapuestos a ellas, existen cuatro medallones elaborados en bronce con los bustos de pensadores de las Ciencias de la Tierra: William Smith, James Hutton, George Cuvier y Abraham Gottlob Werner, mientras que en la parte superior, el centro de la fachada del edificio está rematado con un reloj que melódicamente proporciona la hora.

Decoración

Al entrar al museo, se contempla un espacioso vestíbulo que cuenta con pisos de mosaico, con motivos pompeyanos, y una majestuosa escalinata estilo Art Nouveau elaborada en Leipzig, Alemania; armada y recubierta en México; formada de dos rampas, adornadas con flores, hojas de acanto estilizadas, forjadas en hierro y descansos de mármol. En el peralte de la escalera se pueden observar grecas pre-hispánicas como elementos decorativos. En la parte superior del vestíbulo, diez lienzos del paisajista mexicano José María Velasco, representan parte de la evolución de la vida sobre la Tierra, desde sus orígenes en los mares hasta la aparición del hombre. Dos de ellos están dedicados a la vida marina, uno a los anfibios, tres a la evolución de las plantas, dos a los mamíferos y los dos restantes, al hombre primitivo. También se observan siete bellos emplomados con paisajes del país: Barranca de Teocelo, Veracruz; Las Ruinas del Tepozteco, Morelos; Cascada de Necaxa, Puebla; Erupción del Volcán de Colima, del 24 de marzo de 1903; Cañón del Puente de Chone, Ferrocarril Nacional de México; Órganos de Actopan, Hidalgo y el Pilar de Huayapam-Tepehuanes, Durango. En el área de la Dirección del museo, se encuentra la Sala de Juntas o Sala de Directores, misma que conserva en sus muros una esplendorosa decoración de terciopelos, enmarcados en finas maderas tallada; una pintura en el plafón muestra artísticamente una alegoría del estudio de la Geología; cuenta con cuatro pequeñas esculturas de bronce, donadas a principio del siglo XX. Los pisos son de parquet francés y los muebles, elaborados especialmente para el Museo de Geología, tienen grabado un mazo y un martillo, elementos integrales del emblema del Instituto de Geología.